Es oscuro, se ha hecho tarde, en casa ya duermen. M? Acompaña el tió, el ruidito del agua de la fuente del pesebre y el reflejo de las luces del? Árbol. Estoy un poco cansada, pero desvelada; estamos en las vísperas de las fiestas de Navidad, y como cada año, los comerciantes abren con ilusión en días festivos para facilitar la tarea de los Padres Noel, Pajes Reales y de Sus Majestades ...! Siempre para dar más y mejor servicio.
Y como nos lo hemos hecho durante el confinamiento ?. Y durante la reanudación inicial? Como hemos tenido que conciliar la vida laboral con la vida personal desde que la Covidien-19 apareció en nuestras vidas ?. Porque de pronto se tuvieron que? Bajar persianas, se frenó la actividad casi al 100% y nos relacionarnos en la distancia, cocinamos, aplaudimos desde los balcones, leímos, hicimos piña ... En muchos casos tuvimos de aprender a gestionar el tiempo, después se abrieron las persianas de nuevo, como si de una carrera de obstáculos se tratara: citas previas, medidas de higiene y seguridad, distancia, mascarilla, aforo restringido, adaptación de los horarios y del personal. Se ha seguido dando servicio: en las redes, por teléfono, a domicilio, online, intentando sobrevivir arriba de una imparable? Montaña rusa? que mezcla miedo, incertidumbre, vértigo, mareo pero con mucha fuerza y valentía para persistir en la vagoneta mientras sube, baja y hace volteretas.
Y ahora, parece que no pueda ser, que de repente la magia, las luces, la música y las multitudes vuelven a llenar de vida la ciudad borrando el? Huella del recuerdo de las calles vacías, los escaparates oscuros y persianas bajadas. Si no fuera por las mascarillas, y por la constante presencia del virus en nuestro entorno, por los amigos ausentes, por los familiares, conocidos que lo han sufrido o nos han dejado, a simple vista en la calle podría parecer una Navidad normal.
Pero también hemos vuelto a la desorganización horaria de un Navidad normal, heredada del crecimiento económico ya la demanda de años de crecimiento desordenado, jornadas de trabajo largas y no por ello competitivas y productivas; y con la vuelta al aparente normalidad en algunos ámbitos y sectores hemos vuelto a olvidarnos de la conciliación familiar, del cuidado de los ancianos, de los niños; nos hemos olvidado de tener tiempo para hacer deporte, para disfrutar de tiempo personal, de tiempo para el descanso, por la cultura, por el activismo social o el ocio.
Detrás de la importante y devastadora crisis sanitaria de la pandemia del Covidien-19 asoma una crisis económica difícil de medir que está perjudicando, entre otros, sectores como la cultura, el turismo, la restauración y el comercio; y en consecuencia a todos los que dependen directa o indirectamente. Una situación que nos afecta socialmente a todos, y es ahora cuando el impulso para la reforma horaria en todos los sectores toma más sentido que nunca: hay que establecer un horario racional generalizado, adaptado y flexible a las necesidades de igualdad, productividad y participación de la ciudadanía; y que aumente la eficiencia de las organizaciones. La desorganización horaria actual no nos permitirá hacer frente a la complejidad del momento presente, por eso se han mejorar las condiciones de vida y de trabajo, y la reforma horaria es necesaria, porque marcará un nuevo modelo adaptado a la nueva realidad social, económica y cultural.
Ahora, pues, apagaré el ordenador para ir a descansar, para quitarse con mi familia, a mi hijo en la escuela e ir a trabajar con ganas y alegría; con el deseo de que este artículo le haya hecho reflexionar de cómo deberíamos poder gestionar nuestro valioso y preciado tiempo, para tener tiempo para todos y para todo. Y esperando que disfrute plenamente de un feliz Navidad y un próspero 2021 relleno de salud, amor y esperanza ...!
Laura Sabatés. Regidora Junts per Granollers.
* Contenido inspirado en la moción por la reforma horaria que Junts per Granollers presentó y que se consensuó en el Ayuntamiento.
(Artículo publicado en el diario El 9 Nou, El 18 de diciembre de 2020)