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El próximo curso

Vivimos desde hace un tiempo en la incertidumbre más profunda. Hemos llegado a tal punto que nos es imposible decir qué pasará la próxima semana. Sentimos y leemos noticias de rebrotes, confinamientos perimetrales, restricciones. Plana sobre nosotros el fantasma de un segundo confinamiento que nos aterriza, y con razón: vista la experiencia de la primavera, sabemos lo devastador sería para el economía y, de forma más acusada en la época estival-vacacional, por a la moral colectiva. Más nos vale tomar? N conciencia, aplicar la responsabilidad individual y hacer lo que todos, a estas alturas, sabemos que se debe hacer. Que nadie se haga el despechado.

En estas condiciones, preparar el curso escolar se convierte en una misión draconiana. Compadezco -y me solidaritzo- con los equipos directivos de los centros que están debiendo? Encajar los siempre complicados horarios del profesorado con el? Excepcionalidad que impone la pandemia: medidas de higiene, de entrada y salida de alumnos, grupos estables, planes B en caso de confinamiento? Una cosa sí es clara: hay que hacer todos los esfuerzos y adaptaciones posibles para poder reanudar la? Escuela de forma presencial. Cualquier otra cosa es perder comba con respecto al aprendizaje de los alumnos.

La experiencia de los últimos 3 meses del curso 2019/20, realizados en confinamiento, ha sido caótica: de un día para el otro nos vimos privados de ir al centro escolar y por tanto obligados a cambiar repentinamente la manera de hacer las cosas sin ni siquiera haber podido prepararlo con los alumnos. Durante todo el tiempo muchos docentes nos hemos sentido poco acompañados por el Departamento, sin directrices claras ya menudo injustamente tratados, incluso contraponiendo nuestro trabajo con la del sector sanitario. Hasta donde yo sé, todos mis compañeros se han dejado la piel para acompañar lo mejor que han podido sus alumnos en situación de dificultad extrema.

Pero este confinamiento también nos aporta muchas lecciones a nivel escolar: en primer lugar, tenemos que seguir profundizando en el cambio de paradigma educativo de los últimos años, pasar de la enseñanza al aprendizaje. Poner el alumno en el centro, como protagonista. En la distancia hemos tenido que priorizar su autonomía por encima de la transmisión de contenidos.

Segundo, la tarea que se lleva a cabo en las escuelas es imposible de reproducir en la distancia. El teletrabajo no es extrapolable a todos los ámbitos, y la educación n? Es uno. El contacto social, el acompañamiento constante de los docentes, la planificación del tiempo? son elementos que no se pueden sustituir y que son más necesarios cuanto más pequeños son los alumnos, y por tanto, menos autónomos y competentes. Esto toma aún más relevancia en alumnos con dificultades de aprendizaje, con seguimiento psicopedagógico, que viven en familias desestructuradas o bien en situación de pobreza sin, por ejemplo, conexión a internet.

No hay que dramatizar: 3 meses sin escuela presencial son un estorbo pero es una parte muy pequeña del proceso educativo de una persona. Pero el colegio es el motor de la? Ascensor social: tiene la capacidad de dotar de recursos para poder prosperar alumnos que provienen de situaciones complicadas. Para poder cumplir esta función con éxito debemos recuperar nuestros espacios de convivencia. Lo podremos hacer con planificación, que minimiza la incertidumbre.

Àlex Sastre Prieto. Profesor y portavoz de Junts per Granollers.

(Artículo publicado en el diario somos Granollers, El jueves 23 de julio de 2020)

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